martes, 29 de septiembre de 2009

El amor es la guerra

Tal vez sea cierto
que no hay diferencia
entre amar y servir en la guerra,
quiero decir...
heme aquí
(otra vez)
dócil
como soldado de a pie,
incansable,
hambriento, sudoroso,
imaginándome caudillo
de un ejército imbatible,
glorioso, sanguinario,
para conquistar
tus pródigos valles,
tus áridas mesetas,
tu costa húmeda y salada,
soñándome animal de guerra
sobre tu vencida espalda.
Quizás sea cierto
porque
de noche
tu vientre es campo de batalla;
tu frente,
un dictador
y tus ojos son
dos naciones oprimidas,
hostiles a fuerza de callar.
Mi avanzada, entonces,
será agresiva, artera,
inmisericorde;
abatiremos los muros
de tu plaza fuerte,
devastaremos
la provincia austral
y extinguiremos la llama
en tu nicho de Vesta;
así que
retrocede,
ocúltate, atrinchérate
(no importa)
resguarda, si prefieres,
tu cuartel...
qué más da
si el corazón coraza
se ha partido
("¿es eso nacer?"),
si el coronel corazón
te ha traicionado,
si tus labios
han sido ya heridos,
si el silencio delata
que tus ejércitos
ya se han rendido.

Un mundo feliz

En el año 2015 los científicos finalmente descifraron con éxito el mapa del genoma humano. Un año después consiguieron clonar al primer ser de esta especie a quien llamaron Gregor (en homenaje a un tal Gregor Mendel). Después del júbilo experimentado frente a un logro de tal magnitud, los científicos descubrieron con sorpresa que Gregor no comprendía ni podía utilizar figuras literarias. Hablaba, sí, era capaz de ordenar comida en un restaurante o de citar a la perfección páginas enteras de algún tratado sobre genética, pero guadaba un silencio absoluto o desencadenaba francas crisis de angustia cuando escuchaba por ejemplo "Sus cabellos son oro, su frente campos elíseos..." Posteriores investigaciones arrojaron una verdad espeluznante: el lenguaje humano es consecuencia de un virus que sólo ataca a la especie humana y que se transmite por contacto sexual. Como era de esperarse, rápidamente se desarrollaron vacunas en contra de esta terrible enfermedad que llegó a ser conocidad como "el mal de Shakespeare" o "la gripe de Cervantes" y millones de seres humanos corrieron a vacunarse pues la duda finalmente había sido disipada: el lenguaje, consecuencia de una infección viral, es la causa de la infelicidad humana.
Sin embargo, no faltaron los "nostálgicos", los rebeldes que afirmaron preferir dicha enfermedad a la salud sin chistes, sin poesía. De entre ellos, algunos decidieron formar un movimiento de resistencia al que llamaron La Cajoneradesastre. Personas como la Dra. Nancy Rutherford, el Dr. Victor Von Brausenstein o el afamado travesti Elsa Norión, comandados por el infame Lucious Lafontaine, se reunieron para luchar en contra de la tiranía de los tecnoscientifistas quienes trataron de imponer la vacuna a todo ser humano.
Y por esos misterios de la web llegan a mí, Sahid Jiménez, desde el futuro, algunos textos, imágenes, videos, reflexiones y crónicas de la lucha de esos hombres y mujeres empeñados en sostener el equívoco, el doble (sin)sentido de la vida humana que es, efectivamente, una enfermedad lenguajera de transmisión sexual.
Sean, entonces, bienvenidos al extraño mundo de Lucious Lafontainte, al extraño universo de La Cajoneradesastre.